Por muy larga que sea la tormenta, el sol siempre vuelve a brillar entre las nubes. La sentencia del poeta libanés Khalil Gibran se adapta de manera exacta al año de la agroindustria azucarera tucumana.

El sol reapareció entre ese cúmulo al cierre del año, en el último mes de 2015, cuando los actores de esta actividad no tenían reacción y se predisponían a esperar que el temporal pasara por su cuenta. Se trató de la crisis más profunda de los últimos 50 años, que amenazaba con sacar del sistema productivo a muchos cañeros tucumanos, en especial, los pequeños y los medianos. El anuncio del Gobierno nacional respecto del aumento de dos puntos porcentuales en la participación del bioetanol de caña de azúcar en las naftas que se comercializan en el país modificó -para bien- el ánimo de industriales y cañeros. Se trata de una medida esperada y solicitada por el sector azucarero, que ayudará a paliar la crisis por la que atraviesa la actividad y, por ende, a las miles de personas que de una u otra forma dependen de ella, según estimaron en el Centro Azucarero Argentino. La situación de quebranto pegó más fuerte en los cañeros. El derrumbe del precio interno -cayó a un nivel menor que el de los últimos cuatro años-, el alto costo de producción y la presión fiscal fueron una combinación perjudicial. Ante la falta de soluciones por parte de industriales y de la ex administración de José Alperovich, los agricultores del interior concretaron durante alrededor de 10 días decenas de cortes en las rutas y en la plaza Independencia. El interior quedó aislado y se profundizó la crisis azucarera, tras un inicio de zafra también complicado.

Fue un año bastante duro. Encaramos nuestra lucha con cortes en las rutas y en la plaza Independencia. Debíamos pelear para poder salvar nuestros trabajos y el de nuestros empleados. Cuatro años sin rentabilidad hicieron plantearon una situación insostenible y de angustia para las miles de familias que dependen de esta actividad.

CÓMO LO VIVÍ

Alejandro Dávalos - productor cañero

Fue un año bastante duro. Encaramos nuestra lucha con cortes en las rutas y en la plaza Independencia. Debíamos pelear para poder salvar nuestros trabajos y el de nuestros empleados. Cuatro años sin rentabilidad hicieron plantearon una situación insostenible y de angustia para las miles de familias que dependen de esta actividad.